viernes, diciembre 08, 2006

El hombre de la máscara de gas

El hombre de la máscara de gas entro por una puerta que el había creado; fuertes respiraciones, como de titanes asmáticos, adornaban su presencia.
“Retorno”, brillaba detrás de sus vidriados ojos. “Retorno, y retorno, y retorno, hasta asfixiar todo lo demás.”
El hombre de la máscara de gas extendió los brazos, extendió los dedos y saboreo la inmensidad de su nuevo reino. Canciones bushido se mezclaban con eclécticos espasmos eléctricos, ese era su himno momentáneo.
El pasillo estaba pintado con incontables nombres viejos, figuras amontonadas que sirvieron de soporto. El hombre de la máscara de gas se reía, y el sonido parecía el del agua hirviendo. Había humo, la defensa, pero él no lo veía; con cada paso avanzaba más seguro, más burlón. Ni todos los relojes pendulares juntos podrían detenerlo. Había llegado para detener la robotización; y ahora, todos se agruparían bajo la bandera del caos quántico, o serían exiliados a la entropía, nuevamente.
“Retorno”.

miércoles, diciembre 06, 2006

Yod

Arropados así, entre la mezcla del frío y las primeras luces de la mañana, estas sombras de nombres de cuchillos ingleses piensan como se vivirá la vida allá lejos debajo de la luna.

martes, julio 25, 2006

Pelos de la nariz

Omar se miró en el espejo. Acercó su nariz hacia la superficie refleja, y se puso a observar cuidadosamente sus orificios nasales. Tenía un par de pelitos que salían antiestéticamente hacia fuera, pudo observar. Agarró una tijera para uñas que estaba sobre el mármol del baño, y cuidadosamente corto los pelos rebeldes. Se detuvo, y nuevamente acerco la nariz al espejo para apreciar su trabajo de coiffeur. En eso, la puerta del cuarto de hotel se abrió, abruptamente, y un par de palabras guturales incomprensibles acompañaron el sonido de unos pies corriendo hacia el baño. “Mierda”, se dijo Omar. Calculó dirigirse hacia la ducha, pero ese cuarto de hotel era bastante chico, y, a carrera, la distancia entre la puerta de entrada y el baño era muy corta. Omar todavía estaba inmóvil, cediendo a sus instintos, cuando la puerta del baño se abrió, torpemente. Una cabeza de pelo negro y corto fue lo que entró, así, mirando hacia abajo, las manos hacia delante tratando de leer ciegamente el aire. La cabeza cayó y vomitó, generosamente, sobre el piso blanco del baño. El japonés se sostuvo el estomago mientras realizaba semejante ceremonia, y al expulsar todo la porquería que tenía dentro, eructo, flemáticamente. Omar ya había cedido a las indicaciones de su sistema nervioso reflejo, cargado de experiencia e impulsos. Esperaba, inmóvil, tijera de las uñas en mano. El japonés cantó un par de palabras, mientras miraba su desecho estomacal en el piso. Tardó unos segundos en notar un par de pies ajenos en el baño. Luego notó las piernas; luego el torso; y más allá dos brazos tan amenazantes como la rapada cabeza que miraba desde más arriba. El japonés abrió la boca; Omar le cerró el ojo derecho con la tijera de las uñas, mientras que con la mano libre presionaba sobre la nuez de Adán del vomitivo oriental. El japonés no llegó a gritar. Para cerciorarse del trabajo, las manos de Omar intercambiaron posiciones y herramienta; el ojo izquierdo del japonés también se cerró cortesía de la tijera; la otra mano libre apretó nuevamente la ya inútil garganta del borracho. Omar retiró la tijera de uñas, sin importarle mucho los excesos orgánicos que se desprendían. Agarró papel higiénico, y con ayuda del agua de la canilla, limpió los restos oculares y cerebrales de la tijera. Toda esa porquería podía arruinarle el filo. Omar se miró en el espejo, y notó que un pelo rebelde se asomaba desde su orificio nasal derecho, como el periscopio de un subversivo submarino. Se acercó más al espejo, y con la tijera ya limpia, se deshizo del molesto vello. Vio los pelos cortados que habían caído dentro de la pileta del baño; abrió la canilla y dejó correr al agua, cosa de que los pelitos desaparecieran. Calmó su paranoia, agradecido por la convicción de que las fábulas de CSI acontecían al norte del Ecuador; por estas tierras, la policía apenas y sabía usar una lupa. Salió del baño, y se dirigió a la puerta del cuarto. Abrió el picaporte, con su mano enguatada, y se detuvo un segundo a mirar hacia el baño, hacia el cadáver del japonés. Un buen trabajo. Omar cerró la puerta, y desapareció, una vez más.

domingo, julio 16, 2006

"Inocentes", declara la noche, mientras observa...

Entregate a mi.

No puedo, estoy encadenado a esta pared, a mi razón y a mi pasión.

Vallhalla esta ardiendo. Desde abajo hacia arriba. Soy tu ultima oportunidad de escapar. Escapa en mi.

No puedo huir. No puedo escapar de mi mismo. El humo que pense era mi razón se ha convertido en la lanza que sostiene mi mundo.

Liberate, tonto.


Soy libre. Encadenado a mi cuerpo, me siento mas divino que muchos de los dioses que esta noche moriran.

¿Esto es lo que quieres? Perecer. Morir. Desaparecer?

No, pero a ese destino ultimo de todo lo que existe, no es posible escaparle. Mi unica esperanza es aquí, leyenedo esta pared, leyendo a mi razón y leyendo a mi pasión, tal vez pueda despertarme de la ilusion.

¿De que ilusiones hablamos?


La muerte es solo una mentira...

lunes, julio 10, 2006

Un nuevo frankenstein

El sujeto se abalanzó, cayendo, y se afianzó sobre el piso, borracho. Rehaciéndose, y cosiéndose pedazos de muchos anteriores, las huellas de aquellos que ya habían pasado. Una mascara que era millones de rostros, y que no ocultaba probablemente ninguno. Habló, en una voz que nunca había sido escuchada, con palabras conocidas:

Grotesca humanidad, bello tormento que hace al arte arte, dolor en los nervios de la nuca que ilumina la visión de lo gloriosamente incomprensible; sonríe, humanidad, de ahora en más seré otra criatura más, acechando, lo mismo me da de día o de noche; mas nunca escondido, siempre encumbrado, alto a tus espaldas; congélate cielo, aguántate agua, respira hondo fuego, un nuevo personaje ha sido parido, no de una vagina sino de un clítoris; sin excusas ni amenes, ambiguo, narcisista, y moralmente sediento de sangre; sin conviccion ni solucion ni siquiera poseedor de una nueva interpretacion, solo una duda, una pregunta más, antropomorficalizada, para el bien de nadie, y la buenaventura de pocos.

domingo, julio 09, 2006

Observaciones de un asterisco

*: En la habitación hacía frío. Nótese la palabra habitación, tan anglozijada, de alguna manera, robándole protagonismo a la palabra cuarto. Pero es así, había una habitación, y hacía frío. La luz de la luna azulaba toda la escena, y brillaba en la pelada del pelado; este cantaba, murmurando por lo bajo, acostumbrado; un personaje recurrente a estas horas, con semejante música de fondo. Tres sombras de pelo largo, ostentando sublimes miradas majestuosas, se mantenía fijas en los rincones del cuarto, buscando no interrumpir, pero ocupando espacio bidimensional.
El pelado estaba muy drogado, y esa es una metáfora de nosotros en este momento. El pelado se había tomado casi una bañadera entera de algo que tranquilamente podríamos llamar ácido lisérgico, como cafeína, o para el caso, mate. El pelado estaba perdido, en realidad desencontrado. Tenía demasiados cerebros en la cabeza, y se encontraba imposibilitado de elegir alguno. El alma se le colaba con cada latido del corazón, y se escapa en cada exhalación blanca, de esas que pinta la baja temperatura. Estilizaba el simbolismo de la escena, su posición acurrucada, amagando a fetal. El pelado vestía ropas de oro, pero no le importaba; el pelado era inmortal, pero eso le parecía relativo. La luna afuera gritaba en silencio la formula para la respuesta, pero hacía falta mirarla derecho a su única cara para comprender. El pelado somatizaba, y simulaba no poder ver, ergo, no veía, ni quería ver. Las arañas de la duda y las del silencio, negras unas, bordó oscuras las otras, tamborileaban sobre la madera de la habitación, pop macumberas. El pelado contemplaba tragarse la lengua para acallar la discusión de sus cerebros, pero no tenía los nervios para ordenar la acción.
Alguien probablemente podría estar observando la situación desde afuera de la ventana, pero el pelado y sus cerebros no lo sabían. Las sombras sí, todo lo sabían y todo podía llegar a saberlo, pero las pobres figuras de carbón nada podía decir porque no tenían permiso alguno. Y mientras la lengua siguiera en su boca, el pelado continuaría murmurando, las sombras seguirían almacenando la información en las esquinas, aguardando; la luna seguiría petrificando la respuesta; el amigo voyeurista continuaría mirando desde afuera. Y siendo así, el cuarto seguiría siendo una habitación.

miércoles, junio 28, 2006

Topeth

Progresión de palabras incomprensibles, porque eso es lo que puedo regalar, disparos contra tu ventana, ataques contra tu portón; traidor de tantas maneras, si pudiera entrar como para desencadenar el fuego, solo te abrazarías a tu cama y me mirarías sin entender. Sh, no puedo explicarlo de otra manera que no sea riendo.

lunes, mayo 22, 2006

¿Qué pasa cuando sólo queda una bala?

Dante estaba sentado frente a Jachym, la mesa redonda entremedio, la luz amarilla colgado del techo, la pistola opaca sobre la mesa, vestida con una única bala. La respuesta se encontraba a un dedo sobre un gatillo de distancia.
Había una botella de gin vacía, cuyo contenido se encontraba ahora en Jachym, convirtiéndolo a él en una especie de botella de gin llena. Su cuerpo probablemente estaba pasándola mal tratando de filtrar todo el alcohol. Por eso, Jachym ni siquiera se había dado cuenta de la pistola sobre la mesa. Mierda, suficiente tenía con mantenerse cuerdamente sentado. No es que fuera a vomitar ni nada, pero se sentía sentado simultáneamente en ambas puntas de un subibaja.
Jachym eructó secamente, y Dante arrancó su vista del metal oscuro del arma, para lanzarla sobre el borracho. Las pistolas tienen una calidad divina, pensaba Dante. Jugaba con la idea de que las pistolas habían sido una mala traducción de un artificio divino, de algún lugar semejante al Olimpo. Los dioses debían ser los inventores del artefacto original, aquella herramienta capaz de segar lo molesto con un simple punto final, cerrar cualquier puerta con una llave de plomo. Pero había habido una bastardizacion del instrumento, en su paso de aquel mundo ideal a este mundo tan humanamente fallado. Dante estaba seguro que el instrumento original estaba articulado siguiendo la mágica lógica divina, de ostentar ese delirante poder de reversibilidad absoluta. Dante creía con fuerza, cedida por esa parte de la mente que era la madre de todos los pensamientos extraterrestres, que las pistolas originales y divinas poseían la facultad de tanto segar o cerrar, como de volver a cosechar o abrir. En el mundo divino, la bala podía enterrarse en su blanco, aniquilándola, y tranquilamente luego podía retroceder, revirtiendo la sentencia.
Pero no acá, se cantaba Dante; y bendecía la estupida sabiduría humana.
¿Hacía falta preguntar lo que ya sabía? Ahogar a Jachym en gin había sido extremadamente fácil, arrancarle una confesión ahora seria más simple todavía. Pero la única bala en la pistola le rascaba la nuca a Dante, le besaba el cuello, le acariciaba los testículos. No necesitaba ni adrenalina ni moralidad, porque sabía el crimen de Jachym, y eso era todo lo que importaba.
Jachym sonrió, con la imbecilidad de la ignorancia etílica. Levantó un dedo mareado, y abrió la boca, dispuesto a escupir un par de pensamientos empapados en gin. Dante levanto la pistola, y con los ojos bien abiertos apunto hacia la cara de Jachym. La bala como toda respuesta, eso era lo necesario. Apretó el gatillo, y nuevamente agradeció la humana irreversibilidad de las acciones en este mundo.

domingo, mayo 14, 2006

Durffheim

Durffheim ve rostros en su techo de madera. Ve ojos que una vez fueron árboles, ahora barnizados, desnudándolo desde tu techo de madera.
Durffheim se siente hermano de toda esta materia tan supuestamente inanimada, y esta seguro que con suficiente paciencia podría lograr que esos ojos escrutadores aceptaran compartir un trago con él.
Durffheim ya no escucha la música de los parlantes, porque siente que los rostros de madera tratan de decirle algo, pero hablan muy lento y para atrás.
“Estas enloqueciendo”, quiere creer que dicen, pero la locura es una puerta que solo los benditos pueden abrir, y Durffheim sabe que si prueba ese picaporte, no se abrirá.
“Estas lloviendo”, por un momento le parece escuchar. Y comprende; no va a decirnos que es lo que comprende, nosotros tendríamos que leerlo de su rostro, pero él es capaz de ocultarlo, tan bien y rápido le enseñan los rostros; él reconoce que algún día alguien como nosotros podríamos colarnos cual espermatozoides por un pequeño agujero en el preservativo del espacio tiempo para admirar la escena de cerca. Durffheim llora y llueve, comprende pero lo esconde, porque el momento es suyo y de los rostros de madera.
Durffheim acaricia los rostros en su techo de madera, masajea sus pestañas, aunque no pueda llegar tan alto como para tocarlos. No se animaría a hacerlo,

domingo, abril 02, 2006

Semper Fidelis

No recuerdo haber llegado aquí, pero este arma ya es parte de mi voluntad, así como todos los que se deshacen y mueren ante mi son parte de mi aliento, son mis órganos, uñas que me corto.
Llueve, y quisiera que fueran respuestas, quisiera herir al cielo, cortar al cosmos en la yugular, para que me sangren significados, sentidos. Hoy mataré a seis, al igual que todo número mayor que cero, es un número extremadamente enorme. Mañana no recordaré tanto, y seré un poco más etéreo. Me haré de papel, de pensamientos y de suspiros. Siento más que escucho los violines en el horizonte. Arraso con todo, el fuego es mi mano derecha, mi tedio, mi indiferencia. Solo me queda el sentirme una piedra labrada por una atroz corriente de agua. No me importa existir, no llego a comprender que es matar, ni si el otro en verdad estaba vivo antes de quedar encerrado en mi mira.
El viento vomita, y quisiera que fuera lo suficientemente fuerte como para arrancarme del mundo. Quiero un fin increíble y demostrativo, que me arroje de nuevo hacia el génesis. Ya no creo que pueda sangrar. Mi nombre es algo que me di el gusto de dejar atrás. En realidad todos nos asfixiamos en este aire, todos como un gran cuerpo, deforme y recién parido. Cada espasmo virulento mata a uno de nosotros, cada bala es un silencio extremadamente cómodo. Un orden posible.
En este sándwich de polvo, cenizas y luz, nos atrevemos a jugar con el rompecabezas, comiéndonos las partes, arrancado los pedazos. Nada silba, los sonidos ya no adornan, ya no traspasan las barreras que la vida detrás de mis ojos ha levantado. Mañana morderé extraños reflejos míos, afianzaré memorias en ciertas mentes, regaré plantas hambrientas, cortaré almas en incongruentes pedazos. No hay tragedia, no hay expresiones complicadas. Envejeceré un segundo más, y me afilaré gracias al viento, la arena y la sal. No solo no fui, sino que jamás he sido.

sábado, abril 01, 2006

Frases agudamente preparadas

El hombre es el sueño de las palabras, que cansadas un día soñaron con tener esclavos.

lunes, marzo 27, 2006

Mocos

Escribir para mí es como
sacarse los mocos del cerebro.

Esas ideas,
pensamientos
y delirios,
se me forman en la mente y me rompen las bolas.

No me dejan
respirar.

Entonces tengo que meterme un dedo
imaginario, y
hurgar pacientemente, hasta sentir que atrapo algo.

Arrastrarlo para afuera, sacarme la
molestia.

Incluso no me importa mucho,
deshacerme de esos tesoros que me saco,
pegarlos en cualquier
lado.

A veces me saco las
palabras y las
tiró por ahí,
sin más preámbulos.

Los mocos no necesitan una gran despedida.

domingo, marzo 26, 2006

¿Musa?

Espero un rato largo. La música de fondo me ayuda a pasar el tiempo, y de lejos puedo parecer paciente, pero si te acercas vas a ver que me estoy arrancando uno por uno los pelos de mi cuerpo.
Me levanto, sudando como un hielo derritiéndose, y me acercó con decisión a la puerta. ¿Decisión? Me acerco con lo único que me queda, una mezcla de resignación y esperanza.
Apoyo la mano en el picaporte, suavemente los dedos encajan. No me hace falta cerrar los ojos, ni suspirar, ni decir alguna palabra. No hay solemnidad, ya la perdí en la espera, hace rato. Simplemente abro la puerta.
La luz entra en la habitación. Una cama gigante, bien cómoda, pero con las sabanas y colchas prolijamente tendidas. Un sillón, monárquico, suave, y más cómodo todavía, sin ninguna sombra del peso de ningún cuerpo. Una botella de licor de frutilla, llena y sin abrir. Un equipo de música, a medio camino entre lo asquerosamente vintage y lo morbosamente moderno, desenchufado. La alfombra cariñosa que cubre el piso exuda ese olor a nada que es la expectativa de los objetos frente a la ausencia de los sujetos.
No hay nada, obviamente cierro la puerta, de nuevo sin ceremonias. Caminando para atrás vuelvo a mi lugar. La música sigue sonando.
Espero un largo rato…

miércoles, marzo 22, 2006

After existencialismo

No puedo explicar por qué después de que termino la película, agarré el vaso y lo tiré contra la ventana, complaciéndome del ruido de vidrio roto. Mierda, en realidad es el ruido del sentido quebrándose por detrás de la tierra, así debe ser el ruido cuando todo se descose gracias a una pregunta indicada.
Y yo sabía esa pregunta, que en realidad ni siquiera llegaba a la categoría de palabra, porque esa pregunta es solo la existencia de la pregunta: ¿?
No puedo explicar las sensaciones, pero, ¿me entienden? ¿?
¿? ¿Lo ven? Eso es lo que se esconde en el fondo del océano de la existencia mental, ese el Cthulhu de la psiquis humana, la ¿?, el ¿?.
Que los sellos se rompan ya, cansados estamos, quiero escuchar al vidrio romperse.

lunes, marzo 20, 2006

nacht

Satírica, la noche entra sigilosa, levantando mi persiana y corriendo mi ventana. Se desliza sin hacer ruido hasta mi cama, y me admira unos segundos, mientras yo exploro los recovecos de mis conexiones neurales. Cuenta hasta diecisiete, arbitraria, y me clava una jeringa en el brazo. Esa droga particular se me mete como un animal desesperado, y atolondrada se viola toda mi sangre. Mi boca murmura unas palabras que no son mías, pero no me despierto. La noche se retira, apenas conteniendo su risa. Se va a joder en paz, sabiendo que para mañana ya seré un adicto de nuevo, que volveré a su firme y codiciado seno; que por más que yo trate de evitarlo, mañana seré un acolito de la noche más.

sábado, marzo 18, 2006

Frases agudamente preparadas

Las preguntas son hojas de afeitar. La verdad es lampiña.

martes, marzo 14, 2006

Ella

Ella esta siempre detrás y adelante
En las fiestas a venir, en las ceremonias futuras bajo la luna llena,
En todas las sabanas que lavé, en todas las puertas que cerré,
Ella como una criatura histérica que me susurra al oído, me hace buscarla pero nunca se digna a estar.

Ella, y nombro la palabra intentando una invocación, disparo el nombre al horizonte, buscando despertar simpatía en algún dios limosnero
Ella, que quedó tantas veces olvidada, que tuvo tantos números de teléfonos, tantos nombres tan difíciles de tatuarme en la piel
Que tantos colores tuvo, y tantas vueltas me hizo dar, tantas cuadras me hizo correr, tantos chamuyos me hizo tragar, tantos yoes me hizo inventar
Y todavía esta esperando, escondida en alguna mañana o medianoche más, dispuesta y filosa.
Ella que me hizo intentar ser tantos animales, tantas formas para poder dar con esa particular que encajara y abriera las puertas
Ella, me desordena de demasiadas maneras

Ella tantas veces pasó y tantas veces volverá
Con fuego, hielo, y una lluvia de recuerdos desangrados por dejarse olvidar
Yo soy el protagonista de siempre, solo ella cambia
Pero algo se mantiene inmutable
Ella sonríe y estoy seguro que lo disfruta

jueves, marzo 09, 2006

Gorrión de resaca

Esperando mí retorno, incierto;
¿Vomitaré? Tal vez, debo repasar y analizar cuando fue mi última vez;
¿Me voy a acordar de su nombre mañana?
Ni siquiera sé donde estoy,
Estoy seguro que ningún taxi a mi casa me saldrá barato;

Abro los ojos, mi cerebro todavía se mece violento en la tormenta,
Mejor cerrarlos, creo que ví que ella era rubia;
Muevo el brazo, la mano me golpea torpemente la cara,
Me siento un péndulo;


Que mal personaje que soy, que mal autor es el alcohol…

miércoles, marzo 01, 2006

Glammer

A veces el camaleón se copaba mucho, y, entre los colores, lo perdíamos. Pero nunca dejábamos de escuchar su voz cantando. Y cuando nos cansábamos y caímos rendidos, dormidos, él venía y nos besaba suavemente, jodiendo pero sin querernos despertar.

martes, febrero 28, 2006

Al moha don

Acomodé el almohadón verticalmente,
sobre la alfombra cobriza,
de manera que actuara un coqueto equilibrio.

El turbo estaba prendido muy cerca de mí,
y a medida que el disco externo y las alas del ventilador giraban,
soplaban por el ángulo justo para golpear al almohadón,
haciéndolo oscilar, bailar.

Me lo quede mirando,
y me atreví a apostar que,
con el tiempo suficiente,
el almohadón caería.

Nunca lo supe,
porque esa vez fue la última vez que estuve en su casa.

viernes, febrero 24, 2006

Ian




(---)
no recuerda el primer ataque, así que no es factible que ese haya sido el primero. Imaginense el mundo detrás de los ojos de una maquina que se sabe defectuosa, fallada, con el botón de reset algo dañado. Le costaba empezar a pensarlo, realmente le costaba.
(-----)
era liberador, de a ratos, permitía admirar las cosas de otra manera, poder echarle la culpa a algo. Pero enloquecía, enloquecía de su falla imposible, de su cortocircuito, hasta el punto en que sus conexiones se calentaban demasiado, y ya nada importaba.
(--------)
voz grave, tal vez. Se sintió contenido rodeado de tantos aparatos e instrumentos que tan oportunamente se apagaban y desconectaban, si bien les echaba en cara que sus apagones eran enteramente involuntarios, y por lo tanto, mucho mas loables y valientes. Pero ni él se lo creía. Después de tantos años, seguía sin poder recordar o reconocer a donde es que iba cuando se le caía el telón en la cabeza. O tal vez, lo mas terrible es que una parte suya quedaba enteramente despierta, o se despertaba, en esos apagones, y tan inconmensurable era ese mundo de cortocircuito, que al volverse a conectar, todo relato del viaje o momento era negado.
(-----------)
la gente entendía, o bailaba fingiendo entender. La música sonaba y los instrumentos eléctricos estaban ahí para acompañarlo. Él se sentía un profeta defectuoso, los sentía a todos demasiado, y realmente le dolía reconocerlo y cantárselos. Si tan solo pudiera conseguir que alguien me acompañara cuando se corta la electricidad, pensaba, podría saborear la esperanza, aunque fuera en forma de una remera que me pongo.
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terrible sería soportarlo una vez más, se dijo. Se sentía televisión, micrófono, sintetizador, radio, motor de auto, reactor nuclear, todo mal conectado y conectado a una antena parabólica. Cada nuevo ataque se sentía como electroshocks al alma. Y todo era tan gris, igual. No había mucho sobre lo que ponderar, ya no quería retorcerse más, no quería bailar más bajo los hilos de su enfermedad. Escuchen, les gritaba a todos con sus ojos, mientras su boca cantaba las palabras que ellos ya adoraban; escuchen, porque no hay nada que escuchar. Escuchen porque pronto no podremos escuchar más. Y justo cuando por un momento las caras del publico parecían profundizarse, como tratando de acercarse, como escuchando…
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decidido, visito a todos los que sabía que no iban a estar. Se dirigió a ponerse a salvo en su casa, en el único lugar donde sabía que se iba a matar. Se dedicó unas horas más para una última contemplación, no una reconsideración de su decisión, sino un tiempo de nada para pensar en insignificancias inglesas de siempre. Tenía los canales de recepción tensos desde hacía demasiado. Entonces, en el momento justo, la radio, la televisión o una voz de algún otro lado, irreal, formuló la verdad necesaria, le concedió la razón, y sí, no queda otra, fue lo que él escuchó. Ian se colgó.
(…)

miércoles, febrero 22, 2006

Final de amor

Entraste y me hiciste llorar, saliste y yo me decidí a intentar volar por la ventana. No se definirnos, y a vos te encantaba reírte, de eso, de mi, de cómo te pintaba y de la cara que ponía cuando te besaba, vos que siempre besabas con los ojos abiertos. Podías venir con ropa que igual estabas desnuda, podías caminar por mi departamento rompiendo mis cds que yo igual trataba de besar tus pelos en movimiento. Siempre me pedías que tuviera las uñas cortas, y yo ni siquiera me atrevía a tocarte sin que vos me dieras permiso; te rogaba por unos segundos de inmovilidad estética, y era ahí cuando de puro sadismo empezabas a bailar y a envolverme de vos; podría jurar que te encantaba pelearte con mi inspiración, y adorabas siempre ganarle, robarme para vos en vez de dejarme ceder a ella. Lastimabas y tus caricias eran de hielo seco, pero como me fascinaba verte tomar vuelo para caer encima mío en picada, tus manos de valkiria afiladas por el viento. Un día, aburrida, te decidiste, entraste con un arma simbólica y de un balazo psicológico me disparaste, matando a mi musa. Cerraste la puerta toda pintada de sonrisas, feliz de empezar a olvidar mi nombre. En el nudo de mi garganta pude contar todos los pasos que diste por la escalera, que a propósito usaste para darle a todo un toque bien cinematográfico. Solo eran un par de pisos, aún así el cálculo, lo admito, fue de puro azar. Sentí al aire y al mundo lanzándome hacia abajo, no pude volar, solo caer. Pero fue lindo imaginarme sino un pájaro, un poético misil. Y que poético mi blanco, tu cara, mirando sorprendida para arriba, la boca abierta como la puerta de un garage. Fue un lindo beso de despedida.

Nuestro hado

“El tiempo me corta la cara.” Soñé con esta frase, justo antes de dormirme. Y justo ahí entendí que estamos perdidos, porque yo puedo mostrarte esta frase ahora, pero ya para mí no significa nada. Lo que significaba todo era ese momento justo antes de dormirme, cuando descubrí que de verdad el tiempo me cortaba la cara. Porque yo te puedo mostrar esta foto del momento, pero, admitámoslo, no te puedo llevar al momento. Contemplé esto, y me doy cuenta de que entonces todo es inútil, en realidad solo estamos vendiéndonos representaciones, pero nadie puede acompañarnos en la verdadera presentación.

martes, febrero 14, 2006

Frases agudamente preparadas

"Todo debería valer $1."

Un minuto y medio de mi pelicula

Te confieso, pared, a veces duele no poder sangrar tanto, ni todo el tiempo
El agua se filtra y se arrastra por la pared al ritmo de toses eléctricas,
Ella planea matarse a través de la ventana, todo por un corte de papel,
Yo reivindico a todos los que intentan hacer arte, porque intentar arte es hacer arte,
En cambio aparentar hacer arte es comerse uno sus propios excrementos para volver a cagarlos,
Mi amigo el presunto dandy vio su fortuna arruinada cuando un disparo al blanco equivocado causo una explosión de vidrios sobre su rostro,
No me preocupa, recitaré la elegía en el funeral de su coherencia, lo haré en un alemán muy mal hablado,
Después de todo, lo único que importa, estupida pared, es la eternidad del momento, y la asombrosa futilidad del día de mañana,
No abraces tus resacas, pero sí un pedo de imaginación, eso que hoy en día llaman psicosis o esquizofrenia,
Por favor no me vomites como yo te vomito a vos, pared, solo te cuento estas cosas, de un ser a un no-ser,
Tal vez una noche en que este más ido aceptaras mi oferta, y podamos cambiarnos las almas, yo estar hecho de un matemático cemento y vos sentirte llena de sobras de carnicería, toda simbolizada más allá de la imbecilidad.

domingo, febrero 12, 2006

En inútil contemplación

Este zumbido afilado no cesa de besarme:

“La vida no existe. Somos una conciencia que agota constantemente excusas para existir.”

Mientras me acurruco, en insensible oscuridad, tiendo a estar de acuerdo
.

domingo, enero 01, 2006

Un vistazo seco

Los evangelistas se sacan sus ojos con cucharas, y llaman a eso revelación,
Mientras unos pocos fantasmas con trajes de cuervos intercambian miradas islámicas;
La sangre, al final, corre toda al mismo lugar, la tierra la engulle por igual,
Y esto es lo que algunos lectores vegetarianos nunca entenderán.