jueves, noviembre 12, 2009

El Emperador

Acosado por los constantes ataques de sus enemigos, rodeado por el anillo de la venganza, atrapado bajo el filo de las espadas de vidrio molido; el Emperador tomo una decisión. Grande era su poder, porque profundas eran sus palabras. Cada silaba que pronunciaba, cada letra que trazaba con sus dedos en el aire, estallaba llena de voluntad.
El Emperador estiro sus brazos, alzando una mano hacia el este, y otra hacia el oeste, indistintas. Sus ojos nunca se cerraron cuando pronunció su orden.
Entonces sus manos se cerraron, sus brazos se juntaron en su pecho, su Reino se hizo Yelmo.

Con su Tierra como Corona, el Emperador tomo su Martillo y su Lanza, y arremetió contra sus enemigos. Porque Uno es ejército suficiente.