viernes, mayo 27, 2005

En las calles

Hay divinidad en la moneda girando en el aire,
Incertidumbre en las manos que piden limosna,
Sadismo en el ojo gris que observa desde arriba,
Sangre en las lágrimas sobre las piedras de la calle.

Un dragón se esconde entre la basura,
Un callejón mal tomado lleva a los otros mundos que giran alrededor del sol;
Corriendo uno solo se pierde más rápido,
Y la inmovilidad solo ayuda a la desesperación.

Es prudente ignorar ciertas sombras en ciertos ángulos,
No cantar ciertas canciones a ciertas horas en ciertos caminos,
O llegarás a encontrar ciertos dioses antiguos caminando sobre tu espalda.

Pestañar es alejar la imagen;
La luz cae y llena todo, pero la oscuridad es invisible e inodora,
Y camina por las calles a toda hora.

Frases agudamente preparadas:

"La mente humana se ha convertido en una guillotina para dioses e ideales."

sábado, mayo 21, 2005

Esas preguntas...

“Che, ¿Por qué fumas?” Le pregunto Simón a Mateo.
“Y…, fumo porque me gusta, bah, ya no puedo dejarlo” respondió Mateo, tratando de formar círculos con el humo que expiraba.
“Aja… ¿Y cuando empezaste? ¿Cuándo probaste y dijiste mmm, que rico, voy a empezar a fumar?” preguntó Simón, medio distraído, medio burlón.
Mateo echó los ojos hacia atrás y puso cara de hacer memoria. Entonces recordó, y sonriendo respondió: “Pedro empezó a fumar y después me obligo a fumar a mí.”
Simón entonces encaró a Pedro con una sonrisa de detective sarcástico.
Pedro, que había estado deshaciendo una telaraña con su cigarrillo prendido, miró a sus dos compañeros con cara de cordero confundido.
Mateo dio otra pitada.
“Así que vos lo hiciste fumar, lindo…” atacó burlonamente Simón, “¿Por qué?”
Pedro exhaló humo y dijo: “Bueno, no iba a ser el único boludo que fumara, además necesitaba a alguien que me ayudara a comprar los cigarrillos.”
Simón apunto de nuevo a Mateo: “¿Y vos porque te dejaste obligar a fumar?”
“Y…, como que quería hacerle la gamba, además de que parecía copado fumar, algo importante.”
La sonrisa maliciosa de Simón parecía ir de oreja a oreja.
Judas entonces salió de su trance, y mirando a Simón preguntó: “Che, ¿y vos porque tomás?”
Simón dejo de sonreír y puso cara de me cagaste, tomó un trago de su botella de ron y dijo: “Fue, hagamos como que no pregunte nada.”

La batalla nocturna

El mosquito blasfemo se atrevió, y robo unas gotas de sangre. La ofensa no iba a ser permitida, claro que no. Para colmo, en su escape, el patético vampiro había volado cerca de la oreja, zumbando con esa música que tanto enloquecía a Lovecraft, burlándose. Una mano humana voló, en un semidormido intento de asesinar al maldito, y lo único que consiguió fue un golpe en la oreja. No, no.
La luz se encendió, como en una explosión. Las sabanas se corrieron, y el cuerpo pobremente vestido se despabilo instantáneamente, con furia. Ahí, justo en el nudillo del dedo del medio, estaba la marca de la tortura, ese pequeño grano, pequeño volcán, de color rosa rojizo, la ofensa. Picaba, picaba y molestaba como la puta madre, y bien sabe uno que rascarse es añadir mas leña al fuego. Esto era la guerra. Los ojos humanos, atentos, los oídos, sagaces. No se escuchaba nada, el ladrón no estaba cerca. Los ojos empezaron un baile examinador por todo el cuarto, intensificando cada vez más el foco, los pequeños detalles. En las paredes blancas, el mosquito estaría perdido, pero en el armario o el escritorio, se camuflaría cobarde y perfectamente.
Silencio, expectación. Una batalla entre samuráis. El Olimpo buscando al ladronzuelo de Prometeo y a esa porción de fuego que se había robado. La sangre es mi sangre, pensó el humano, ningún bicho de porquería me va a robar un pedazo de mi alma.
Una sombra de movimiento, que desaparece con el trasfondo del armario. Engaño, frustración, pero ya habrá un error. Así que el humano comienza a moverse, revisar, agitarse, esperando un nuevo escape del mosquito.
Y entonces, sobre el fondo blanco de la pared, ve al enemigo. El radar le ha localizado, y esta a tiro. Dos inmenso misiles vuelan, dos icebergs gigantes como los que destrozaron al Titanic, vendrían a ser. Se acercan el uno al otro, las manos aplauden con potencia y furia. El humano abre sus manos, y para su terror ve que ha fallado. Injusticia, angustia, ira. ¿Cómo y a donde ha escapado? Los ojos buscan de nuevo.
Y de nuevo contra el fondo blanco, esta vez inmóvil sobre la pared. El ladronzuelo a quedado atontado por la casi muerte, y ahora se recupera apoyado contra la pared. La mano primero se mueve sigilosa, y una vez que la sombra cubre al insecto, se arroja a toda velocidad y sin piedad.
Splat. Mort. Thanatos. Fascinante sería ver la escena ampliada, en nuestro nivel de tamaño.
El humano sonríe, vibra de éxtasis. Retira la mano, y primero ve el manchón en la pared, sangre y mosquito. Es increíble como parece que el vampirito estuviera hecho de carbón de lápiz, o como parece que su sombra hubiera quedado estampada mágicamente sobre la pared. Ahora, la sangre en la pared no tiene nada de mágica, es el fuego robado, ya contaminado por el bicho mismo, pero libre al fin de seguir mezclándose con el ser vil e inferior. En la mano quedó pegado el cadáver, destrozado, verdugueado, castigado con la pena capital. El humano sopla al principio, buscando desprenderse del cuerpo, pero en su muerte éste continúa pegado. Entonces queda únicamente el retirarlo con los dedos, manchándose aún más las manos con sangre. Y luego con un leve frotar los restos contra las sabanas, todo ha quedado limpio. Un enemigo menos en el mundo, la guerra ha terminado por esta noche, y el guerrero humano vuelve contento a internarse en su tibia cama. Roma Victoria, la justicia ha sido servida. Por ahora…

lunes, mayo 16, 2005

Backstage (1)

“Los micrófonos a veces pueden ser como las cuerdas de la horca”, filosofó el arrinconado cantante.
El guitarrista tocaba despreocupadamente su nueva guitarra de trece cuerdas. El instrumento, creado a través de unas complicadas operaciones y suposiciones matemáticas, técnicas y acústicas era verdaderamente increíble. Terrible sería la palabra correcta.

sábado, mayo 14, 2005

La vision de un guerrero (uno de tantos)

“El sol es el único pintor, la luz el único color” suspiró Alejandro. Sus ojos miraban la extensión del paisaje con melancolía. Era demasiado imponente, los bosques, las colinas, el verde tan horriblemente verde de la naturaleza, las nubes, el cielo, la luz traspasando el corte entre las nubes, como un cuchillo, como una divinidad.

viernes, mayo 06, 2005

Faaip de Oiad

Comienza con el arrullador sonido de la estática, la canción de al entropía. Uno no puede resistirse, la sacralización es total y asfixiante. Uno sabe que no esta hecho para escuchar esto, uno reconoce el error, un error cósmico y devastador.
Los gritos de incontables células, cristalizadas por la inmensidad de la locura desatada, se ve ahogada por las palabras (que no son palabras), esos sonidos (que no son sonidos) escupidos y esculpidos por esa voz (que no es una voz). Demasiado y demasiado y demasiado.
La luz se rompe, se quiebra y se filtra hacia otro lado. Un agujero negro se forma en el techo. El murmullo de una sola señal magnificada, el sonido entrópico, acumulándose y yuxtaponiéndose a todo. La vibración del ohm cede y se apaga frente a la Voz del Dios.
En espirales todo desaparece, toda pregunta es estupida, y todo momento que queda es el último.
El escritor solo soy yo, aquí, plasmando esto que comprendo antes de trascender allí donde ya no importara que comprenda o no. Error, mi error y orgullo.
Las palabras son tan débiles ahora que la música me mata. Ahora que el corte me atraviesa y me mezcla. Todo lo soy y me fundo en todo. Todo es tan… inmenso, pero inmenso no puede verdaderamente describir lo que el todo es para mí.
Me pierdo, adiós. La Voz del Dios es la rotura hacia lo que yace detrás, el escenario imposible que esta más de la razón, de la pasión o la imaginación. Cedo, abandono y me hundo. Me atrapa, me saborea y me deshace.
Soy un segundo más, indiferente, en la canción de la Voz del Dios.

lunes, mayo 02, 2005

La respuesta del romano

Saber morir no me libera de nada
Salvo de fingir terror al final, tal vez
Saber nadar no me permite respirar bajo el agua
Mis palabras no tienen nada que ver con mis besos, pero a veces se parecen
A veces estas y te veo, otra veces te vas pero seguís acá
Y entonces cuando yo te olvido, vos te acordás, y con celos y venganza me buscás
Pero ahí no estoy más
Uno puede tropezar y caer mil escalones
Estornudar y caminar mil pasos
Pestañear y amar mil caras y cuerpos distintos, eso es tortura, no una elección
Toda mujer es un beso
Y en ese beso no hay tiempo ni lugar, solo movimiento perpetuo
Y podes acorralarme cuantas veces quieras
Pero no vas a evitar que yo me vuelva enamorar
Las estrellas son infinitas en el cielo, ningún astrónomo ama a una sola
Compadéceme y perdóname o ódiame y lastímame
Pero es así.

Agammon Borellus

“Original. Original seria crear algo nuevo, totalmente distinto. Eso es muy jodido, por no decir imposible, ya que siempre uno tiene esa intuición de porquería que le dice que todo esta hecho, que ya lo hicieron antes, ya esta todo conocido. A la mierda con eso, somos mortales con vidas cortas, todo es nuevo para nosotros, podemos divertirnos, asombrarnos y ser originales en exceso. Las materias primas son las mismas, ser original es simplemente saber como mezclarlas, atreverse, tener huevos para experimentar, sacar cosas de donde nadie más se anima a sacarlas. Pero ojo, milanesas con pure puede no ser original, pero milanesas con mierda tampoco lo es.”