lunes, agosto 30, 2004

Una Noche

Si esta noche parece extraña
No te engañes
Los sacerdotes duermen hasta mañana
Las calles nunca se inundan
La parca ha perdido su guadaña
Los gauchos brindan con tequila
Olvidan la sal, prueban cocaína

Las luces brillan bizarras
La marcha parece hecha por cigarras
En el baño empiezo una pelea con el espejo
Pierdo, y la mina se va con mi reflejo

Me ahogo en un mar de cuerpos saltando
Y naufrago a una isla de sillones
Al lado de una chica, que mirando e invitando
Reconozco que es otra de los clones
Su lengua es una marca registrada
La beso en piloto automático
Cierra los ojos y yo desvió la mirada
No estoy para ponerme muy romántico
Hay muchas sirenas para pescar
Se prepara el anzuelo y entonces te tirás
Detrás del alcohol todas parecen brillar
No te vas a acordar de lo que agarrás

viernes, agosto 27, 2004

Parco

Parco deslizaba sus inquietos dedos por el consagrado piano. El cementerio de marfil, como le gustaba llamarlo. Sus falanges eran perturbadores de tumbas, bailando con descaro y llamado a la puerta de las lápidas, sacando una última exhalación a los muertos.
Los muertos atados a la próxima existencia por el cordel, la voz de la eternidad, la telaraña que era el alma que se atrevía a cantar.
Parco era el señor embriagado e impotente frente a sus diez soldados. Las huestes profanaban moradas y no se cansaban de representar fingidas batallas sobre el blanco marfil. Fingidas y armoniosamente coordinadas, las legiones izquierdas contra las derechas, saltándose, bailándose y provocándose, apenas siquiera llegándose a rozar.
Exquisita música, tan invisible como tan visiblemente colorida. Canto de coro de todos aquellos caídos que moraban sin voz para encontrar por un momento una ventana a la existencia anterior, un lugar para volver a ser escuchados, para hacer sentir sus nuevas experiencias y su pesar.
Parco el de largos cabellos negros sufría con ellos y por ellos, sin saberlo y sin querer reconocerlo. Un escenario inglés para un caballero francés.
En la torre frente al mar, con el aire impregnado de espuma salada, que salaba sin mojar. El ida y vuelta del baile corporal acompañando el movimiento musical.
Los ojos cerrados, los artífices y causantes del final. Se privaban de la luz y de la piedad para dejar a lugar a la sublimación de las entradas. Permitiendo el amontonamiento de las nuevas sensaciones, las nuevas partículas de éxtasis, que privadas de sus entradas principales, corrían, empujaban y se golpeaban para encontrar un nuevo lugar para entrar, pulsando así las propias cuerdas del orgasmo artístico.
Parco el sádico suicida. No mataba rápidamente a su inspiración para crear, si no que se abría una herida en su propia alma para dejarla desangrar. Esa sangre espesa y casi humeante que brota del alma, admirable solo en un plano más azul y liquido de la existencia, tal vez el fondo del mar.
Una ultima exhalación y el último ataque de la fatigada y ebria horda. Presionando y ahorcando a los muertos para un último y agudo grito, la aproximación de la prolongada pausa en espiral.
Con la mitad de los dedos huyendo, y la otra mitad marcando la nota que marca el fin de la marcha. La sincronización del retorno a la luz, el sonido sostenido en el aire es la llave que abre a los ojos para la contemplación del desvanecimiento de la obra en el aire otoñal.
Parco el egoísta, que una vez más a dedicado uno de sus tantos sueños a las piedras que forman su hogar, inútilmente ocultándole al resto de los mortales su capacidad de crear, esperando secretamente que su música logre alcanzar los oídos tan deseados y tan soñados, allí más lejos, pasando el mar.

viernes, agosto 20, 2004

Esta lloviendo desde hace rato, Parte II

Las gotas cayendo son los acordes de la melancolia
Mas alla de su color azul, violeta o gris
Menos humo, por favor
No hace falta el descontrol, neguemos la existencia del control

Es hora de empezar
Subir y bajar la montaña de Mahoma
Recordar las búsquedas sobre el pasto
El roce del arbol, ese primer dios infantil
Tan alto, benevolente y natural

Extraño la sensación de las nubes
Y sentir el agua de verdad
Quiero volver a poder cantar
Sin que nada importe
Libre antes de elegir la libertad

Esta lloviendo desde hace rato, Parte I

Lo que queda es lo que queda
La muerte es una razón
El mundo aparenta girar sobre su propio eje
Y a todos nos gusta fingir y bailar

Desconecta y apaga
La sangre es el olor mas fuerte
Dejate estar y ahogate
En una mañana borrosa
Luego de un sexo sin dolor

Desnudate de todas las cortinas
Y encontrémonos bien locos
Atrás de un árbol que haga sombra
Extremadamente alucinados
Y con ganas de lograr recuperar
El tiempo antes de la caída de la alfombra de cristal

martes, agosto 17, 2004

Galaad

Sentado sobre el pasto esmeralda en el país verde, Galaad miraba al sol y pensaba. Él veía al sol como a su padre, o al menos eso era lo que ellos afirmaban. Ellos le habían enseñado esto y más, desde el momento en que había despertado a la conciencia.
Galaad era un Mesías, o al menos lo era para ellos. Él era puro, o al menos lo era para una parte falsa de él. Porque él sabia, no muy debajo de la superficie, sino muy conscientemente, que él no era nada por el estilo. Pero él nunca admitió saber esto, ¿porque habría de hacerlo? Vivía una hermosa existencia, rodeado de placeres que habían empezado a aburrirlo, sin embargo nunca había osado rechazarlos. La gente quería creer en algo, así que, ¿porque no ser ese algo para la gente? No había nada extraordinario en él, y sin embargo ellos se sentían a salvo creyéndolo algo más. No esperaban milagro alguno de él, ni ningún castigo, no esperaban mucha cosa de él, excepto el que representara lo que ellos quisieran que representara. Él era seguridad. Seguridad para ellos. Así que, ¿porque no hacer que sus vidas fueran mejores?
Galaad no tenía problema con eso. Él no sabia si era feliz o miserable con esta vida, pero cada vez que veía su cara reflejada en el lago, siempre estaba sonriendo.
Oh, bueno, un Mesías de verdad para todo el mundo, inclusive para esa parte de el que quería creer en eso, para poder ayudar. Pero, inevitablemente, siempre terminaba rumiando con el pensamiento acerca de su verdadera naturaleza
Él era solo un hombre, uno muy joven. Un hombre que adoraba mirar al sol, a las flores. Un hombre joven que simplemente estaba sentado cerca del lago.
Oh, bueno, Galaad no sabía esto, pero él estaba sonriendo de nuevo.
Se levantó y comenzó a caminar hacia el lago. Le gustaban las flores que crecían en la pequeña isla en el centro del lago. Esas flores tenían algo especial, o al menos eso le gustaba pensar. Cuando llegó a la orilla del lago, empezó a caminar sobre el agua, como solía hacer siempre. Unos pocos minutos más tarde él estaba oliendo las flores. Todavía, sin saberlo, él estaba sonriendo.

lunes, agosto 16, 2004

La experiencia de una experiencia

Cuando elegí saltar, yo era un hombre
Mientras mis piernas me movían lejos del suelo, yo era un conejo
Los primeros segundos en el aire, yo era un zorro
Mientras seguía ascendiendo, yo era un gorrión
En el punto más alto de mi vuelo, yo era una nube
Cuando empecé a descender, yo era una pluma
Mientras caía más rápido, yo era una piedra
A unos pasos del suelo yo era una lagrima
Justo antes de tocar el suelo yo era una semilla
Tocando el suelo yo era un árbol
Cuando me di cuenta de mi experiencia me convertí en hombre de nuevo
Y me aleje con una sonrisa.

domingo, agosto 15, 2004

Proceo

Proceo despierta de su sueño. Saturno esta ascendiendo en el cielo, como en aquella vieja canción. Los pájaros disfrutan de su reinado, llenando el aire con su opera acústica, que sorprendentemente recuerda al color naranja hecho sonido.
La sombra del árbol lo mantiene fresco. Mira alrededor y sin sorprenderse mucho descubre que el lago esta congelado. Justo como en su sueño, o mas precisamente debido a que así paso en su sueño.
“Muchos son los caminos”, rumia en su mente Proceo, aquel viejo mantra tan fantástico. Muchos son los caminos, sí. Y aun más son los caminantes. Aquellos dignos del nombre, aquellos que parecen héroes de libros y leyendas, pero no aparecen en ninguno de ellos.
Una nube serpiente se proyecta por el cielo, justo sobre el árbol y Proceo. La subsiguiente lluvia plateada no tarda en llegar, y Proceo se asoma un poco por debajo de la protección de las ramas para recibir unas cuantas gotas del refrescante liquido.
“Muchos son los caminos, ante la duda elige siempre el más largo”, reflexionó. Su mente paso rápidamente a la cuestión de siempre, la cuestión onírica. “Oniros, ¿eres vida? O vida, ¿eres acaso un sueño?” pregunto con sus ojos a toda la materia que le rodeaba.
“Muchos son los caminos, y cada paso que das es una pregunta”, recordó.
Detuvo a tiempo su filosofante delirio, se puso de pie y resolvió proseguir con su camino. Al menos ahora podría cruzar el lago.

El primer intento

El ritual del despertar, la cuna del asesino
El hombre una vez vegetariano, ahora carnívoro
En un mundo de bombas, rezamos poder desenterrar las espadas
Volver al tiempo donde la muerte tenía gloria y honor
Una nueva arena, una nueva batalla
No un retroceso sino una evolución
Nuevos romanos, con espadas sangrientas,
Ahogados en LSD, murmurando poesía,
Mientras en nuestros auriculares suenan sinfonías de rock.