domingo, abril 24, 2005

Frases Agudamente Preparadas:

La vida es como un tatuaje chino que te hacés sin saber que mierda significa, lo llevás toda tu vida pensando que el significado es “amor”, “amistad”, “alegría”, hasta que un buen día viene alguien que sabe chino y te dice: “Ahí no dice nada”

viernes, abril 22, 2005

Lamento

Cuerpo, lamento que no seamos eternos


Mente, lamento no entender las preguntas y las respuestas


Alma, lamento no saber donde estas

Por poco y el mundo muere

Quedan pocos segundos, ¡Que descuidado que fui!
Me dejé estar, y ahora este maravilloso mundo corre peligro
Me muevo con toda la velocidad que puedo sacar de mi cuerpo, utilizando hasta la última reserva de energía
La distancia es poca, pero más pocos aun son los segundos que me quedan
La expectativa es total, todo se ha detenido, todo me observa conteniendo su improbable aliento
Estiro mi mano, mi dedo índice alzado en una emulación de algún dios
Y justo en el último cuarto de segundo, llego
Mi dedo se posa con decisión, y aprieta el botón “repeat”
La última canción se apaga, y el disco vuelve a empezar
Estuvo cerca.

martes, abril 12, 2005

Zen y el arte de recargar pilas

Todo se esparce y desaparece. Los últimos adictos se retuercen por las calles, epilépticos frente a la Luna, y son rápidos en huir de mí a mi paso.
Se nota desde lejos que ya no tengo mas pilas, el discman no anda. Sin mis melodías es fácil reconocer que soy peligroso, mi espada esta suelta e impaciente.
Calles y pies, adornen de sonidos este lento y aburrido caminar. Si pudiera encontrar un enchufe donde poder recargar las pilas.
Una asustada sombra de lo que una vez fue un hombre se inquieta, y tratando de esquivarme a tiempo, tropieza y queda estúpidamente desconsolado a mis pies.
Sabiamente esquiva mi mirada glaciar, y en un último intento de salvar su pobre vida, revuelve con desesperación su rotosa bolsa de viaje.
Busca a través de incontables jeringas, bisturís, pastillas de diversos tamaños, plantas venenosas y sales marcianas. Intuyendo como mi paciencia se va acabando a un ritmo escalofriante, su velocidad de búsqueda se acelera proporcionalmente al temblor de su cuerpo.
Justo en el instante final, antes de cerrar mis ojos y cederle mi voluntad a mi sádica espada, el triste despojo extrae un objeto y lo alza con dos manos frente a mí, como si se tratase de un escudo.
Detengo mi acción finalizadora, y observo la ofrenda. Un libro, increíble, hacia rato no veía uno. Realmente estoy sorprendido, y con dificultad de esconder mi sorpresa. El adicto algo intuye, ya que sus temblores van ralentizándose.
Alcanzo a leer el titulo, que dice “Zen y el arte de recargar pilas”. Sonrío ampliamente, una sonrisa totalmente fuera de lugar en este escenario.
Agarro el libro con alegría y curiosidad. Con mi espada marco al infeliz inútil desde su mandíbula hasta la oreja, con mi bendición.
El desastroso individuo se lame las manos con éxtasis, llora, y mientras se aleja arrastrándose, me tira besos a los pies. Sabe ahora que si lo encuentro yo o alguien más, viendo esa marca no le harán daño.
Y ahora abro el libro, pagina 1: “Recargar las pilas no es una tarea como cualquier otra. Todo se esparce y desaparece…”

viernes, abril 01, 2005

La serpiente y Prometeo

La serpiente le preguntó a Prometeo:
¿Vos porque estas encerrado acá?
Prometeo levantó la cabeza hacia la serpiente y dijo:
Mucho tiempo atrás, en un lejano lugar, vi a los hombres viviendo aterrados en la oscuridad y la ignorancia. Me apiadé de ellos y les llevé como regalo el fuego y la sabiduría. Pero los dioses del olimpo se enojaron, y con todo su poder me confinaron a esta prisión.
La serpiente asintió comprensiva. Entonces fue Prometeo quien preguntó:
¿Y vos porque estas acá?
La serpiente suspiró y respondió:
Mucho tiempo atrás, en un lejano lugar, vi a los hombres alegres pero estupidos, felices y simples, pero ciegos e ignorantes. Me apiadé de ellos y les di como regalo una manzana y la sabiduría que estuvo siempre frente a ellos. Pero el dios de israel se enfureció, y con todo su poder me forzó a arrastrarme sobre mi vientre para moverme.
Prometeo asintió. Pensó un momento y luego dijo: Los hombres a los que lleve el fuego no se han olvidado de mí. Todavía me recuerdan en cantos y leyendas. Cuando se hagan poderosos tal vez vengan un día y corten estas cadenas, recordando al que les brindó la gloriosa sabiduría.
La serpiente sacudió tristemente la cabeza y dijo: Los hombres a los que les di la manzana tampoco se han olvidado de mí. También me recuerdan en cantos y leyendas. Cuando se hagan poderosos vendrán y me cortaran la cabeza, recordando al que les brindo su odiada sabiduría.