miércoles, marzo 01, 2006

Glammer

A veces el camaleón se copaba mucho, y, entre los colores, lo perdíamos. Pero nunca dejábamos de escuchar su voz cantando. Y cuando nos cansábamos y caímos rendidos, dormidos, él venía y nos besaba suavemente, jodiendo pero sin querernos despertar.

1 comentario:

Mujer del traje gris dijo...

Pues buenos modales los del camaleon, no?

Nunca creí que los poetas eran faltos de alma...siempre quise creer justo lo contrario.

"Entraste y me hiciste llorar, saliste y yo me decidí a intentar volar por la ventana." Muy buen inicio de tu poema.
Moló el blog. Espero leerte despues. Saludos!