domingo, marzo 26, 2006

¿Musa?

Espero un rato largo. La música de fondo me ayuda a pasar el tiempo, y de lejos puedo parecer paciente, pero si te acercas vas a ver que me estoy arrancando uno por uno los pelos de mi cuerpo.
Me levanto, sudando como un hielo derritiéndose, y me acercó con decisión a la puerta. ¿Decisión? Me acerco con lo único que me queda, una mezcla de resignación y esperanza.
Apoyo la mano en el picaporte, suavemente los dedos encajan. No me hace falta cerrar los ojos, ni suspirar, ni decir alguna palabra. No hay solemnidad, ya la perdí en la espera, hace rato. Simplemente abro la puerta.
La luz entra en la habitación. Una cama gigante, bien cómoda, pero con las sabanas y colchas prolijamente tendidas. Un sillón, monárquico, suave, y más cómodo todavía, sin ninguna sombra del peso de ningún cuerpo. Una botella de licor de frutilla, llena y sin abrir. Un equipo de música, a medio camino entre lo asquerosamente vintage y lo morbosamente moderno, desenchufado. La alfombra cariñosa que cubre el piso exuda ese olor a nada que es la expectativa de los objetos frente a la ausencia de los sujetos.
No hay nada, obviamente cierro la puerta, de nuevo sin ceremonias. Caminando para atrás vuelvo a mi lugar. La música sigue sonando.
Espero un largo rato…

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