Tan hermosamente expresado,
En metáforas más allá de la expresión;
Rezando y gimiendo para mantenerlo,
Apretando y aferrando, para salvar algo,
Pero sin fuerza suficiente como para lastimarlo;
Tan brillantes los relámpagos con que ilumina mis ojos,
Y tan maravillosa la manera en que ella vuela;
Adelantándose, ella va dejándonos a todos detrás.
Deslumbrar es hipnotizar,
Entendiste ya en la otra habitación;
Asombrado te olvidaste de gritar,
Y tu silencio construyó tu prision.
Enloqueciste frente a ese color rojo,
Y rompiste los vestidos de tus musas;
Con el cinturón te sacaste los ojos,
Como siempre tus dioses te usan.
Me saqué los ojos y con toda mi fuerza los arrojé hacia delante. Mis ojos atravesaron el vidrio, atravesaron el cemento, atravesaron el papel, atravesaron las cortinas, atravesaron el sonido, atravesaron los colores, atravesaron la luz. Como un viaje de Moebius, retornaron pero a la vez no lo hicieron en el mismo plano. Están aquí de nuevo, y ya no soy más un Edipo. Pero ahora puedo ver tanto hacia fuera como hacia adentro. Mein gott!
La mosca con su inmovilidad, a la vez se burla, a la vez me explica su secreto. Mejor ser nada, a que saber no llegar nunca a ser del todo. En lo cíclico, la nada esta más cerca del todo, más cerca que el saberse siempre lejano al todo. La mosca zumba: Te compadezco, te compadezco porque vives (¡Qué terrible verbo!), mientras yo tan solo soy. Me apiado de ti porque mis alas hablan a la nada, y en cambio tú escribes y vives el sufrimiento, para otros que lo lean y compartan, e inevitablemente sufran.
La mosca levanta vuelo y me roza, arrancándome pedazos, prometiéndome que al menos el aire que expulsó perdurara en el todo más que yo.
