miércoles, diciembre 07, 2005

Profundo

Pego, pegas. Todo es demasiado blanco cuando los relámpagos iluminan el cuarto. Mordes, grito. La música ayuda a perderme, pero vos sos la aguja que me inyecta la violencia que tanto necesito. Arañazo, entro y salgo varias veces, sos verdaderamente aterradora cuando sonreís. Te escondiste toda la noche detrás de mis ojos negros, me mentiste y me engañaste con tus palabras inglesas. Uñas y dientes, lengua, no se cuantos demonios tengo encima, además de vos, no se si me vas a dejar más condenado de lo que estaba, no se si igualmente si tenía esa alma que dije que te vendía. El volumen sube solo, para que suban los gritos solo empujo más fuerte y vos devoras con más ganas. Adentro, sucumbo. Siento la linda negrura del cuarto diluyéndose con los delirios que vuelan de tu boca, traspasando mi piel que yo creía impermeable; me asfixio en tu risa. Arde, besa y me almuerza, ahora pienso que verdaderamente no voy a llegar. Saltas, caigo, me rindo, pero me reconoces que no dispensas ninguna piedad. Acumulas la noche y el suspenso sobre tu piel y te lanzas una vez más sobre tu presa. Azul. Profundo.

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